He notado mi mirada
vacía que trasladó las brisas de otoño a primavera...
y se quedó en un punto muerto bajo tu mirada intrascendente, tras
esos abrazos muertos que jamás importaron, que jamás importarán.
Yo no sé en qué momento de mi vida ocurrió esto, pero ocurrió.
Me he dado cuenta que los niños son la mejor decisión de mi vida, cada vez que estoy con ellos me divierto y me siento sumamente realizada. Es difícil describir la felicidad que siento cuando comienzo a dirigir un curso, no importa que sean "chuckis", como dice mi hermana, lo planteo como un desafío, desgastante por su puesto, pero desafío. Es así como el típico alumno hiperactivo se convierte en mi mejor aliado, creo que mi kharma escolar me dice que debo tratarlos con paciencia, la cual le faltó a muchas de las profesoras que me tuvieron a mi como alumna.
Cuando los niños dejan de ser niños y se comienzan a convertir en adolescentes la verdad es que entristezco un poco, pues, los niños son puros, van con la verdad por delante y utilizan la autenticidad como verdadero escudo de guerra, y eso es lo que más me encanta ya que cuando comienzan a vivir más años van adquiriendo vicios de la sociedad. Creo que si de mi dependiera, yo haría clases siempre a niños chicos, me encantan, salen con cosas que uno nunca imagina, están dispuestos a aprender y ellos mismos son capaces de una metacognición extraordinaria, que a mi simplemente me sorprende. Hoy hice una clase de educación física a un segundo básico, cuando pregunté que era lo que habían aprendido, además de responderme el contenido cognitivo, dieron a conocer también el contenido socio-afectivo... realmente increíble, respuestas como "que... ustedes nos están enseñando a compartir y que siempre tenemos que respetar al compañero" me sorprenden y me llenan de alegría y me hacen pensar que mi destino era formar a niños en su enseñanza básica.
No creo que todo el mundo comprenda esto, de todas formas necesitaba decirlo, porque hoy sentí que mi vida tenía un sentido completo.