miércoles, julio 26, 2006
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Humo y cenizas de cigarro
Ya me acostumbré al humo de cigarro. Quizás ya no le tengo miedo a la represalia que me daría Felipe Cerda si me hubiese visto fumando en el parque Tajamar muerta de frío.
Nunca imaginé mi teclado lleno de cenizas de cigarro, ni menos colillas tiradas por todas partes, pero ahí estaban, desmoronándose por entremedio de las teclas que esa noche se consumieron como nunca antes.
Es extraño describir el estilo bauhaus que nos rodeaba cuando el sol decide esconderse tras un cerro del cual no tengo idea su nombre y los conductores deben prender las luces de sus autos por miedo a una infracción de los atareados carabineros santiaguinos (si no existieran esas leyes muchos no las prenderían).
No dudaron en avergonzarse por haber sido invitados (la gente suele no saber que pedir cuando los invitan, es como una ley de no sobrepasar el precio de lo que pidió el que invita) y que más da, algo tan normal que me lo tuve que bancar como cualquier otro que trabaja para salir con los amigos a disfrutar un rato (y eso no es malgastar el dinero). Mientras tomábamos nuestro café (o capuccino) miraba el cuadro que se encontraba frente a mi de forma diagonal; ahí nos pusimos ha hablar de cuadros y pinturas (parecíamos cultos de películas, de esos que odia el Javier), y claro, no faltó el artista nombrado y no conocido. Mientras hablaba, no me acuerdo que, miré a la señorita que estaba cerca de nuestra mesita de té. La sorprendí tomando bebida de una botella de dos litros (cosa indebida en un lugar bonito como en el que estábamos) y no pude evitar reírme, claro, interrumpí la conversación inesperadamente, pero es que era necesario, si nosotros eramos los puentealtinos po y ellas las niñas cuicas... Bueno en fin. La cosa es que hoy es Jueves, nada que ver con el Lunes (día en que paso todo aquello), y estoy acá sentada, recién salida de la ducha, dispuesta a ponerme a pegar mi poster de los bunkers que saque en Bilbao. También me falta contarle a mi mamá que hoy celebraré mi cumpleaños (estoy acostumbrada a decirlo a última hora, así que no me preocupa) y como no, el del mi amigo Javier.
Ya no me queda inspiración y demases... ese día ya terminó y ya no me emociona tanto como aquel entonces, es como cuando jugamos al amigo secreto entre la "tribu"... estaba bastante emocionada... pero a través del tiempo te das cuenta que pueden pasarte cosas tres mil veces más emocionantes (aunque sea obvio, uno no se da cuenta en el momento).
Ya y esto termina aquí.
¿Cuántos
prefieren vivir bajo una caja de cartón?··20:46
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