Quizás siempre lo supo, nunca lo dijo. Ella sentía ser la mejor, quizás el todo de los todos no lo era. Caminando por la calle se dio cuenta lo indefensa y sola que se encontraba, rodeada de gente, amigos y personas que repetían “te quiero” alimentando su alma. Tal vez ella no quería asumirlo, le temía a tantas cosas.
En ocasiones se sentía segura de sí misma, se sentía superior, pero bastaba con que alguien, no demasiado conocido, tocara con alfileres su piel para que su torre de naipes se viniera abajo. Entonces como buena niña intentaba recogerlos una y otra vez hasta lograrlo para que esa música asfixiante la derrumbara de nuevo. Rodeada de gente , al fin y al cabo, sola.